El estudio Diagnóstico de la Diversidad Generacional analiza qué valoran las personas de su trabajo, pero también ha querido explorar, en general, cuáles eran los grandes intereses que organizaban su vida.
Hay diferencias interesantes entre las diferentes generaciones, aunque el primer puesto en todas ellas es la familia. Salvo la generación más joven, en la que todavía se pueden reconocer ciertas reminiscencias de la adolescencia, pues tienen como máximo interés los amigos y la vida social. El resto de las personas se reconoce miembro de pleno derecho de una cultura mediterránea, en la que la familia es el núcleo más determinante de la vida social.
A partir de esa homogeneidad, vemos que los intereses cuestionados se balancean en función de la edad de las personas. Algunos de estos movimientos en la escala de valoración de intereses son muy fácilmente explicables, por la evolución normal del organismo, por ejemplo, el cuidarse físicamente, pero otros nos dan un distinto tipo de luz.
A medida que aumenta la edad de las personas, crecer profesionalmente va descendiendo en importancia entre los intereses vitales, lo cual es un tanto contradictorio con sus intereses laborales (que también analiza el citado estudio en otro apartado), en el que las oportunidades de desarrollo profesional estaban en primera posición fuera cual fuera la edad.
Según se va perteneciendo a generaciones con más experiencia, también surgen otros intereses y necesidades al margen del trabajo, valorándose mucho, la capacidad de tener autonomía y gestionar de una forma más independiente la vida. Esta alta valoración de la autonomía está muy relacionada con el discurso del respeto, que durante el estudio emergía en los grupos de las generaciones más maduras. Para ellos, ese respeto se manifestaba en la confianza que, después de tantos años de lealtad, debían mostrar las organizaciones, teniendo más en cuenta las tomas de decisiones propias.
El altruismo, un elemento diferencial
El altruismo y la ayuda a los otros también es un elemento diferencial claro entre generaciones, en forma de reproche hacia las generaciones más jóvenes, a las que se veía como más egocéntricas, aisladas y carentes de solidaridad.
En cuanto a la lealtad y el compromiso, hay unas mínimas diferencias, precisamente en aquellas generaciones en las que más se siente la amenaza del desempleo. Es necesario hacer un análisis más fino para comprobar si esa diferencia es real. Sin embargo, en cualquier caso, se trata de una diferencia fácilmente explicable en la situación de los Tradicionales que están viendo cómo su talento es sistemáticamente rechazado y expulsado de las organizaciones. Así como entre los muy jóvenes, pues ven que es una tarea titánica, encontrar un trabajo y una organización que dé oportunidades para crear confianza y vínculos de lealtad.